Mi hermana me hizo correrme

Mi hermana me hizo correrme – Hace unos cinco años que decidimos contratar a alguien para hacer la limpieza de la casa, pues mi mujer tiene un trabajo muy exigente y llega siempre tarde y bien cansada a la casa. Me dijo que había una señora que hacía limpiezas allá en su oficina y que estaba necesitando un dinero extra y así fue como Tássia, o mejor dicho, Doña Tássia entró en nuestra casa. Era una señora con cerca de 60 años bien Redondita, bajita, con un culo muy generoso y con unos pechos enormes. Hacía la limpieza los lunes, miércoles y viernes y como cuando ella venía nosotros nunca estábamos en casa, ella tenía la llave de nuestra casa para poder entrar.

Hace aproximadamente un año, un día nuestras agendas se reunieron y mi esposa y yo nos tomamos un descanso la misma semana. Almorzamos, bebimos un buen vino y con efecto de un vaso más Empezamos a recogernos en el sofá de la sala. Ropa por el aire, muchos besos y empezamos a follar justo allí en la habitación sin que ninguno de nosotros recordara que en cualquier momento Tássia iba a entrar a la limpieza.

Y eso es lo que sucedió, justo en el momento en que me corría bien dentro de mi esposa. Doña Tássia huyó a la cocina tan rápido como entró en la habitación y mi esposa y yo estábamos allí avergonzados por la situación.

Me levanté, agarré mi ropa esparcida por la sala y fui subiendo a la habitación mientras mi mujer me decía que iba a hablar con la criada y que se iba a disculpar por la situación. Una buena media hora después entró en la habitación diciendo que todo estaba bien, que Tássia lo había entendido y que yo no me preocupara más, pero tenía en los ojos de mi mujer una sonrisa que me decía que la conversación no habría sido sólo una disculpa. Nada más me dijo y fue a tomar un baño.

Dos días después nos quedamos en la cama hasta mucho después de la hora del almuerzo y luego mi esposa me preguntó si quería levantarme o comer algo allí mismo en la cama y fue esta segunda opción la que acepté. Se levantó y fue bajando hasta la cocina pidiendo a Tássia que nos preparara algo para comer. Regresó a la habitación, se metió en la cama y comenzó a golpearme una paja maravillosa que dejó mi polla muy dura. Hasta ahora, nada me hacía predecir lo que pasaría después. Oí tocar la puerta y oí a Tasia preguntándose si podía entrar con lo que había preparado para un almuerzo y mi esposa dijo que sí.

Una vez más me avergonzé porque a pesar de estar debajo de las sábanas mi polla, estaba muy dura y se iba a notar. Tássia entró de bandeja en la mano y se notó que se fijó en el tamaño del palo pero trató de disimular y fue luego posando la bandeja en una mesita al fondo de la habitación disculpándose y diciendo que ya ya iba a salir. Y ahí lo dijo mi esposa.

Comiendo la criada y la esposa

  • Mira Tássia, he estado pensando en la conversación que tuvimos el otro día de la vergüenza y no puedo olvidar lo que me dijiste. Que hace tiempo que no ve a un hombre desnudo…

Y en esto quita de una sola vez la sábana de arriba de mí dejando mi palo bien a la vista de ella. Sigue diciendo.

  • Mira, sé que es mi marido pero te dejo mirar. No podía creer lo que estaba viendo pero ella continuó.
  • Puedes mirar y tocar hasta si quieres. Y luego comenzó de nuevo a masturbarme esta vez muy lentamente, solo en la provocación. Y yo allí torpemente.
  • Viene Tássia, toca que yo dejo y mi marido tampoco va a decir que no.

Tasia bien avergonzada pero mirándome a los ojos fue preguntándome si podía acercarse y yo terminé diciendo que sí.

Ella vino muy despacio, se sentó en el borde de la cama y mi esposa tomó su mano y la puso en mi polla que en ese momento ya palpitaba de lujuria. Ella fue pajeando muy despacio, después con más fuerza y en esto mi esposa que ya se había levantado y estaba de pie detrás de ella fue quitándose su blusa y por primera vez yo pude ver esas enormes tetas con unos picos bien pronunciados, justo debajo de su sostén blanco y encaje.

No resistí y fui palpando esos pechos, esos picos, que sueño de tetas incluso para quien ya tenía 60 años.

En esto ella me mira de nuevo y todavía con un poco de vergüenza me pregunta

  • puedo chuparle.

No tuve tiempo de responder ya que fue mi mujer quien dijo que sí y luego ella metió mi polla en su boca codiciosa, chupando y chupando, dejando mi polla completamente babeada. Entonces escucho a mi esposa susurrar en mi oído

  • Amor, come ella para mí come?

Cómo decir no a una solicitud de mi amor? eheheh.

Acosté a Tássia en la cama y mi esposa y yo fuimos quitándose la ropa hasta quedar toda desnuda. Ataqué enseguida sus enormes tetas y fui chupando y lamiendo hasta quedar bien engrasadas con mi saliva. Después fui bajando hasta llegar a su gruta bien peludita y chupé luego aquel grelo que de tan mojado, dejó mi cara toda laburada. Que delicia ese lechito de coño. Me quedé allí unos buenos minutos hasta que la sentí gozar en mi boca soltando un grito tan fuerte que tal vez los vecinos lo oyeron.

Aparté sus piernas muy gruesas, vi aquel enorme coño allí suspirando por la polla y traté inmediatamente de meter mi polla toda de una vez hasta el final. Esta vez Tássia solo logró soltar un gemido tan sofocante como el que se queda sin aire.

Comencé a pinchar muy lentamente, sintiendo todo su coño bien mojado abrazando mi polla. Fui acelerando cada vez más hasta que me encontré golpeando a esa mujer con toda la fuerza que tenía. Podía escuchar a mi esposa decir

  • Folla amor, folla con fuerza a ese coño codicioso, la llama la puta que le gusta. Fui en la ola y la maldije
  • Toma puta, toma mi polla toda en tu coño. Fue entonces cuando se soltó y me maldijo
  • Folla mierda, folla duro, rasga mi coño, buey.

No pudimos soportarlo más y fue entonces cuando los disfrutamos a los dos al mismo tiempo, ella gimiendo aún más fuerte esta vez y yo llenando todo su clítoris con mi leche que parecía no terminar nunca más. Cae a un lado sin juerga, intentado recuperar fuerzas cuando escuché a mi esposa decir:

  • Tássia, te presté el palo de mi marido, pero ese lechito es mío.

Y cayó de cara en su coño sorbiendo toda mi mierda que goteaba de aquella gruta bien peludita. Finalmente, Tássia se levantó, tomó sus cosas y salió de la habitación mientras mi esposa le decía.

  • Eso era lo que ya estabas deseando hace tiempo no era tu putita. Pues sepa que puede rodar más veces, es sólo usted querer.
  • Y voy a querer más veces claro-dijo Tássia.
  • Quién sabe en la próxima hasta rola cu né Doña Tássia? preguntó mi esposa.
  • Sí, quién sabe, dijo Tássia.

Y yo estaba allí pensando que podría haber destrozado ese enorme culo y no lo intenté. Quién sabe en una próxima verdad?

Los nombres utilizados aquí son ficticios para preservar la identidad.