Mi primera traicion

Mi primera traicion – Estoy felizmente casado y nunca había engañado a mi esposa, Y sucedió que fue de repente e inesperado para mí y mi cuñada Helena(*).

Mi cuñada es una hermosa morena de 39 años y dueña de una sonrisa y un cuerpo maravilloso, siempre la observaba sin la intención de que pudiéramos atraernos a algo atrevido. La conozco por lo menos unos 8 años y ella y su hermana siempre han tenido una buena relación afectuosa y confiada.

Un día mi esposa me pidió que le instalara un ventilador de techo, porque como se había divorciado hace un año, y quien hacía estos servicios era el ex marido, no tendría otra persona más cercana y de confianza, ela ella viviendo sola sería mejor alguien de la familia.

Era temprano en la noche y fui directamente de mi trabajo a la puerta del edificio de mi cuñada, y ella llegando trabajo abriría la puerta de su apartamento para comenzar la instalación.

Juro que al verla venir, me despertó una admiración en el vestido largo que llevaba, hacía resaltar la silueta de sus caderas y el busto reluciente con la iluminación del poste. No sé si me quedé muchos segundos mirando sus pechos, que ella dio un ligero tirón para ocultar el máximo de su regazo, todo prácticamente, se quede sin gracia y ella con su hermosa sonrisa me abrazó y dio un beso de saludo.

En la subida de las escaleras hasta el segundo piso ella siguió adelante, íamos conversando, y yo bajaba los ojos con un esfuerzo descomunal para mantener el máximo respeto, pero en dos momentos mis ojos se perdieron entre las piernas de ella, creo que ella debe haber percibido o desconfiado pues en la entrada del edificio yo ya había dado aquella cojera inusual, recuerdan.

Llegando al recorte, ella fue encendiendo las luces y ofreciéndome agua, me mostró el ventilador y la escalera, y yo ya no quería pensar en ella, pues estaba tornando perturbador esa mi atracción. Mientras yo estaba haciendo el servicio ella conversaba conmigo y hacía algunas cosas, iba y venía de la habitación o cocina, nada fuera de lo normal, hasta que ella paró abajo de la escalera con el mismo vestido de satanás, ella no se había cambiado todavía, pero hizo quedarse pero corto cuando sujetó al lado de la cadera, por la correa de la braga.

Me cogí a mi cuñada
Esa simplicidad y encanto me despertaron una erección repentina y no tenía forma de resistirme, o tan poco arreglarme, mis brazos estaban suspendidos sosteniendo el ventilador, y ella se calló, y no podía pensar en nada que me distrajera.

Suspiré y continué con el servicio, volvíamos a conversar, entonces resolví ser osado, ya que ella se mantuvo en el mismo lugar y riéndose de nuestras conversaciones, mi erección era latente, hasta que la vi fijando la mirada en el volumen de mis pantalones, ella disfrazó y preguntó si yo quería agua, pues estaba sintiendo calor y sed.

Acepté el agua y ella trajo un vaso, cuando yo ya iba bajando los escalones ella subió el primero y segundo para adelantarme, y yo bajé uno, cuando apoyé mi muslo contra sus pechos y ella sonrió y se quedó mientras yo bebía el agua.

Suspiré y entregué el vaso, ella bajó y se quedó mirándome con el vaso en la mano, fui atrevido y bromeé preguntando por qué no se habría bañado todavía, o si ella se iría a dormir sin baño, y que si quisiera podría darle el baño. Ella se rió, dudó y dijo que eso sería lo que iba a hacer, ya que estaba rompiendo.

Bromeé con Helena diciendo que ya iba a ayudarla, y ella sonrió antes de irse, luego miró sin pudor mi volumen en los pantalones. Sentí que la maldad estaba en ambas partes, y ese momento sería el único, ya que no sería seguro lo que podríamos hacer a partir de entonces. Cerré la escalera y la vi salir de la habitación yendo al baño envuelta en una toalla en pasos rápidos, respiré y fui a su encuentro, ella parecía nerviosa, y yo también estaba, me mantuve sereno cuando pensé en decir algo, ella me llevó al baño diciendo que todo lo que hicimos no sucedió.

Ella fue desabotonando mis pantalones y soltando la toalla, ella sostuvo en mi vara y tiró hacia el box, encochamos nuestros sexos y besábamos ardientemente, su vagina estaba caliente y melosa, entonces ella susurró en mi oído, «más de un año sin sentir una pica»», mi polla ya estaba en la entrada de su vagina, ella ató las dos piernas en mí y me hizo levantarla en el mismo momento que mi polla entraba dentro de las carnes calientes y apretadas de su vagina, los pechos hartos y el pivote de todo, tenían largos, y nunca había visto igual, era notorio su erección.

Helena gemía hecho una cabrita mientras yo golpeaba mi vara en su coño, yo sentía unos apretones en mi miembro, que parecían venir involuntario al control de ella, no tardó mucho para ella gozar, Yo todavía metía, pero cuando ella terminó me distrae con el hecho de no sentir pero los apretones en Mi pica, entonces fue bueno que no paré de meter.

Me quedé allí metiendo con más frecuencia hasta que ella hizo una maniobra con las manos abriendo la ducha, y percibí que los apretones de la vagina de ella volvieron a suceder, me quedé agarrándome para gozar, quería que ella gozase otra vez antes de mí, volví a Helena Para pared de forma a vislumbrar del culo entregándose para mí, y parecían Nalgadas altas, cada golpeada con Mi pica, el ruido debería llegar allá en el pasillo del edificio.

Entre una secuencia y otra de estocadas, sentía que iba a gozar, entonces y se detenía a tocar una siririca en el clítoris saliente de Helena, no tardó y sus apretones aceleraron y ella se retorció para un orgasmo que casi la hizo caer al suelo.

Hora de comer el culo
El teléfono sonó y ella me dejó en la caja, era su hermana preguntó si yo estaba terminando, pues iba a calentar la comida, estaba medio tenso pues no concluye mi parte. Helena notó mi tensión y con un beso me susurró al oído si «me gustaría comerme el culo.», ella tomó una crema y frotó en mi palo y se volvió acostándose en la encimera del fregadero, con sus dedos, Helena abrió las bandas del culo, y me hizo ver su ano perfectos y el agujero listo para recibir mi vara, apunté la cabeza de mi palo, mucho más grande que el agujero, y empujé lentamente, con cuidado hasta que apoyé mi cadera y no ver mi miembro, ella me pidió que metiera de esa manera, y que le encantó.. hasta que pidió más fuerte.

Con diez va y viene yo ya estaba acelerando el ritmo, hasta que ella dijo » mete con fuerza mi macho come me come! Fue como una explosión, sentí que mi semen brotaba en cantidades que ya no recordaba, y Helena se rió, nos reímos juntos como una complicidad y un logro que nunca olvidaremos.

Por fin llamé a mi esposa y le dije que me ducharía allí en la casa de su hermana, pues estaba muy sudoroso y me pondría la misma ropa, para sólo en casa tomar un baño para dormir.

Nos vimos varias veces después, pero no coqueteamos ni planeamos repetir el evento, hicimos un pacto. Sabemos que fue bueno, pero inmoral