Hijastra Transex

Hijastra Transex – Y así, el día pasó, solo nosotros dos. A medida que pasaba el día, no podía dejar de notar cómo se había convertido en una mujer tan hermosa. No sabía lo que sentía, pero ya no veía a Pedro en esa chica. Por la noche, tomamos un vino y vimos una película en la televisión. Pamela, parecía muy a gusto conmigo allí. Ella pasaba su mano en mi hombro, hacía caricias en mí que en el primer momento me extrañé, pero en el segundo momento, empecé a gustar.

– Ya sabes-dijo Pamela -, cuando vivía aquí, me ayudaste mucho a lidiar con las cosas.

  • Es muy amable de su parte decir eso, se lo agradezco.
  • Pero puedo decirte algo?
  • Dilo, Pamela.
  • Siempre he tenido una caída por ti.

Casi me atraganté con el vino que bebía.

  • Cómo? Pregunté.
  • Al principio, pensé que era sólo admiración, pero después de que fui creciendo, me di cuenta de que realmente me gustabas. No como un padre, o padrastro, sino como un amante.

Ella me miraba maliciosamente. El chico inseguro que antes había conocido, ahora era una chica bien decidida y segura, estaba con las piernas cruzadas, sentada en el sofá. Pamela pasó su brazo alrededor de mi cuerpo, pasando su mano sobre mi pecho y continuó hablando:

  • Te has vuelto más fuerte, eh.
  • Sí, y te has vuelto muy bonita.
  • Ah, gracias. Sabes, una vez te espié bañándote. La puerta estaba un poco abierta, y me quedé mirándote por el reflejo del espejo. Y recuerdo lo impresionado que estaba con el tamaño de su polla. Era tan grande y hermoso. Corrí directamente a mi habitación y estuve pensando en él todo el día.

Ella se acercó más a mí, yo ya podía sentir el lleno de su perfume mezclado con el vino en su boca. Y Pamela seguía hablando:

  • Déjame verlo de nuevo.

Ella comenzó a acariciar mi polla, pasando su mano por encima de mis pantalones cortos. No podía controlarme, mi deseo era poseerla en ese momento y nada más. Luego la tiré contra mí, dándole un beso intenso. Sus labios eran suaves, como la piel que apretaba con mis manos. No pasó mucho tiempo y ya bajé mis pantalones cortos, sosteniendo mi polla ya rígida en mi mano. Con la otra mano en su cuello, la empujé hacia mi polla, que no hizo ningún esfuerzo en contra de chuparme. Esa boca carnosa que me chupaba era divina, en mucho tiempo no recibía una mamada tan sabrosa como esa.

Por un momento, me detuve a pensar en todo lo que estaba pasando. Nunca pensé que me follaría a una transex, mucho menos que esta sería alguien tan cercano a mí, pero el deseo y la erección hablaron más fuerte, y ahora estaba con ella tragando mi polla hasta el final, como una buena puta.

Ella se acostó en el sofá, nos quitamos la ropa. En cuestión de segundos ya estábamos completamente desnudos. Su pene era pequeño, estaba rígido. Sus pechos ya había algún desarrollo, y me invitaron a besarlos. Empecé a pasar mi polla alrededor de su culo, llamando para recibir mi polla.

  • Ve despacio, por favor. Ella me lo dijo.

Comencé a enhebrar, yendo bastante lento. Ella comenzó a gemir, sosteniendo un poco del dolor, sentía su culo presionándose contra mi polla y aquello era una sensación maravillosa. Empecé a golpearla con fuerza mientras la besaba.

El sexo no duró tanto, fue algo intenso y salvaje. Me aferré a su cabello, tirando un poco mientras ella pedía más. Pronto, metí toda mi polla dentro de ella y solté mi semen. Cuando lo saqué, corrió por el cuerpo de Pamela, ensuciando el sofá. Nos caemos a un lado del sofá, sin decir nada. Nos vestimos y fue como si ese momento hubiera sido un secreto incluso para los dos, no dijimos nada más. Le di las buenas noches y fui a mi habitación.

Cuando desperté, Pamela ya se había ido, y era como si nunca hubiera estado allí. No dejó nada que me recordara su visita, y todo parecía haber sido un sueño. Pero no lo había sido. Lo que sentí esa noche fue algo único y que nunca olvidaré, y espero que Pamela tampoco lo olvide.